Filipenses 2:13. “Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”.
Nuestra responsabilidad en el proceso de vivir en Integridad (santidad) debe centrarse en cuatro áreas primordiales (facultades que Dios ha dado a todo ser humano):
1- Convicción. A quién y qué creemos.
2- Compromiso. Con quién nos vamos a comprometer (En este caso Dios)
3- Perseverancia. Nuestra disposición de entender que es un asunto de luchas diaria.
4- Disciplina. Estar dispuestos a sufrir las consecuencias de nuestras malas decisiones.
En cada una de estas áreas esta siempre implícita la voluntad personal. Es entonces que:
1- Decidimos “voluntariamente” creer (convicción).
2- Decidimos “voluntariamente” comprometernos (en primer lugar con nosotros mismos y nuestro entorno primario).
3- Decidimos “voluntariamente” perseverar (trabajo diario). (La gota que horada la piedra, no por su fuerza sino por su constancia – perseverancia) Marco Tulio Cicerón.
4- Decidimos “voluntariamente” obedecer (disciplina).
Es entonces nuestra voluntad la que en última instancia decide si:
1- Pecamos (erramos al blanco) u Obedecemos.
2- Cedemos a la tentación o decimos simple y llanamente “No”.
3- Decidimos cual va a ser nuestro destino moral: Ser íntegros o impíos en nuestro carácter y en nuestra conducta.
En este orden es de vital importancia que comprendamos:
1- Cómo funciona la voluntad en este proceso.
2- Qué es lo que la hace encaminarse en una u otra dirección.
3- Por qué hace las elecciones que hace. etc.
Para esto es importante y valioso recordar la “progresión” que tácitamente la encontramos en la Palabra de Dios.
Las palabras producen nuestros pensamientos.
Nuestros pensamientos producen nuestras emociones y sentimientos.
Nuestras emociones y sentimientos producen nuestras decisiones.
Nuestras decisiones producen nuestras acciones.
Nuestras acciones producen nuestros hábitos.
Nuestros hábitos producen nuestro carácter.
Nuestro carácter es el que nos conduce a destino.
Todas estas facultades (Convicción-Compromiso-Perseverancia-Disciplina) fueron implantadas en el corazón del hombre por Dios en el Huerto del Edén pero, fueron corrompidas producto de un acto de desobediencia (la caída del género humano).
La razón o entendimiento fue “entenebrecido” y produjo “dureza de corazón”.
Efesios 4:17-18. Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos a la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón;
Los deseos fueron “tergiversados”.
Efesios 2:1-3. Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.
La voluntad fue “pervertida”.
Juan 5:39,40. Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida.
Conclusión.
Debemos cuidar lo que entra a la mente y lo que influye sobre las emociones. Salomón nos da las herramientas para que podamos hacer un buen uso de nuestra voluntad y así poder vivir en integridad (santidad).
Proverbios 4:20-23. Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones. No se parten de tus ojos; guárdalas en medio de tu corazón; porque son vida a los que las hallan, y medicina a todo su cuerpo. Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida. Aparta de ti la perversidad de la boca, y aleja de ti la iniquidad de los labios. Tus ojos miren lo recto, y diríjanse los parpados hacia lo que tienes delante. Examina la senda de tus pies, y todos tus caminos sean rectos. No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; aparta tu pie del mal.
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