¡El amor es el verdadero mensaje!

¡El amor es el verdadero mensaje!
Dios es Amor

El proverbio

"Si no puedes creer lo que Dios dice; tampoco podrás creer lo que Dios hace"

agosto 26, 2008

Cómo desarrollar Hábitos íntegros (santos)

Progresión.

Las palabras producen nuestros pensamientos.
Nuestros pensamientos producen nuestras emociones y sentimientos.
Nuestras emociones y sentimientos producen nuestras decisiones.
Nuestras decisiones producen nuestras acciones.
Nuestras acciones producen nuestros hábitos.
Nuestros hábitos producen nuestro carácter.
Nuestro carácter es el que nos conduce a destino.

Hábito: Práctica – Costumbre – Conducta – Maña – Tradición.
Hábito: Disposición predominante de los pensamientos y sentimientos de la persona.

Cada vez que: Mentimos – Codiciamos – Engañamos – Sentimos ira – Sentimos odio – Deseamos el mal – Sentimos lujuria – etc., estamos desarrollando hábitos que nos alejan del estilo de vida que Dios quiere que sigamos.

Romanos 6:19. 19Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia.
Santiago 1:12-25. 12Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. 13Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; 14sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. 15Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. 16Amados hermanos míos, no erréis. 17Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. 18El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas. 19Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; 20porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. 21Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas. 22Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. 23Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. 24Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. 25Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.

¿Dónde comienza todo? 14sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Vs.14

Atracción – Seducción: Producto de las palabras, pensamientos, emociones, sentimientos y decisiones

¿Cuál es el momento crucial? 15Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. Vs.15

Acciones – Hábitos: Muerte.

Romanos 6:23. 23Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

La anulación de los hábitos incorrectos tiene que hacerse con la colaboración del Espíritu Santo y en dependencia de él. Resolver que “jamás voy a hacer eso de nuevo”, cuando está basado puramente en una determinación humana, no ha servido para romper la cadenas de opresión que producen muchos hábitos. La enorme diferencia entre el remordimiento y el arrepentimiento.

Principios prácticos.

1. Los hábitos se desarrollan y se refuerzan mediante la repetición frecuente. Cuanto más caemos en un mal hábito, más inclinados estamos a hacerlo. Sin embargo, funciona de la misma manera en sentido contrario: entre más le decimos no a un hábito malsano, más fácil nos resultará dejarlo. Cualquier hábito, bueno o malo, sólo lo desarrollaremos mediante la repetición frecuente.
2. No permitir que ocurran excepciones. Cuando damos lugar a las excepciones, no hacemos otra cosa que reforzar los viejos hábitos o simplemente dejamos de reforzar el nuevo. Debemos estar muy alertas ante el argumento: “esta será la única vez”. Esta es una trampa sutil y peligrosa. Nos cuesta trabajo pagar el precio de decir no a nuestros deseos. Nos es más fácil decir que nos vamos a dar el gusto una vez más y que mañana cambiaremos.
3. Se requiere diligencia en todos los aspectos para asegurar el éxito en uno de ellos. Podemos sentir que un hábito en particular “no es tan malo”, pero si cedemos continuamente a sus impulsos, la voluntad se debilita y nos resultará más difícil resistir los embates de la tentación en otros aspectos.
4. No nos desalentemos ante los fracasos. Hay una gran diferencia entre fracasar y llegar a ser un fracaso. Llegamos a ser fracasos cuando desistimos, cuando dejamos de intentar.

Resulta vano cuidar la mente y las emociones, para protegerlos de lo que procede de afuera, si al mismo tiempo no nos ocupamos de los hábitos malsanos que proceden de adentro de nosotros mismos. La lucha por la Integridad (santidad) tiene que ser librada en dos frentes – el externo y el interno. Solo así experimentaremos progreso en el camino de vivir en integridad.

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