1-Continuidad. Si queremos realmente conocer a Dios, tenemos que invertir tiempo, tenemos que hacer un poco cada día. (Esto es lo que conocemos como “disciplina” – Maxwell la define como: “hacer lo que no nos gusta hacer”). La continuidad NO significa perfección; simplemente, significa negarse a darse por vencido.
Filipenses 3:12-14. 12No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. 13Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, 14prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
2-Creatividad. Si no aprendemos cómo alimentar nuestra alma, ella se seca y, poco a poco, muere. Es necesario un poco de variedad en nuestra intimidad con el Señor.
Efesios 5:15-20. 15Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, 16aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. 17Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. 18No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, 19hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; 20dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
3-Conversación. ¿Qué relación prospera sin diálogo? Nuestra relación con Dios la mayoría de las veces es un monólogo, no le damos tiempo ni cabida a las respuestas de Dios.
Proverbios 4:20-22. 20Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones. 21No se aparten de tus ojos; guárdalas en medio de tu corazón; 22Porque son vida a los que las hallan, y medicina a todo su cuerpo.
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